17 septiembre 2015

JOÃO GILBERTO | Verdad, realidad, mística y transcendencia


Estadísticamente, João Gilberto grabó solo 11 composiciones propias.
Pero a diferencia del resto de los intérpretes, cuanto toca, cuando canta, él transforma la canción completamente.
El resultado final, resulta que es otro muy diferente a la versión original y/o a las múltiples versiones que pudiera tener dicha canción desde su inicio. 
Ese modo nuevo (Bossa Nova), transgresor, sofisticado y revolucionario de entender el Samba, cambió para siempre la Música Popular do Brasil (MPB), influyendo también definitivamente en el Jazz, hasta nuestros días.

João Gilberto Prado Pereira de Oliveira

"Bim bom", "Hô-ba-la-lá", "Você estive com meu bem"?, "Undiú",   "Bebel",
"Minha Saudade" en colaboración con su amigo João Donato, y la instrumental "Um abraço no Bonfá", son verdaderas obras de arte, en las que se puede apreciar la esencia singular del genial músico.


La Música para João Gilberto, no es la suma natural de la melodía, letra, armonía y ritmo.
El sonido, para él, en realidad, es un todo. Es un bucle musical completo, donde (aunque parezca una contradicción), el silencio forma parte activa de la melodía.
Por todo esto, es fácil de entender, porqué JG nunca se preocupó de crear muchas composiciones, para que se le considerase un autor al uso.
JG modificó con su filtro personal y "a su medida", todas las canciones ajenas que hasta el día de hoy interpreta, con un resultado simplemente definitivo.

Escuchando el archivo.mp3 de Radio Batuta en su programa "Tim Tim x Tim Tim", se pueden entender las bases musicales de João Gilberto, así como filosofía personal del músico.




Traducción literaria del archivo sonoro #1 de Rádio Batuta:

João Gilberto no cultiva mucho el hábito del cambio.
Prácticamente no sale de casa.
Viaja poco.
Toca casi siempre las mismas canciones.
No se deja fotografiar.
En sus Conciertos, se presenta siempre de traje y corbata.
Nunca habla en público.
Le gusta hablar por teléfono, pero no le gusta ser visto.
Sigue una lógica contraria a la de nuestra época.
Busca un punto donde la luz sea indirecta, donde no le ilumine directamente.
Cuidadosamente, busca su lugar en la sombra, se refugia del mundo, buceando constantemente dentro de su Arte.
Aunque no le gustan los cambios, cambió para siempre la Música Brasileña.
Después de conseguir esto, se recogió como una persona retraída, en su concha de sonido. Y allí permanece. Allí donde nada ni nadie puede perturbarle.
Es el padre musical e icono de miles de hijos musicales, que sólo desde lejos pueden observarle, pueden seguirle.
Se resiste obstinadamente a volverse estatua, monumento, aunque ya lo sea.
Dicen que João se detuvo en el tiempo, mentira, João simplemente, salió del tiempo.

  


Una de las historias más conocidas en relación a João Gilberto, sucedió en su primera visita a los Estados Unidos, allá por el año 1962'.
Faltando poco tiempo para el comienzo de uno de sus Conciertos, los organizadores, preocupados con el retraso del músico, pidieron a Roberto Menescal que fuese a buscarlo al Hotel.

Es el propio Roberto, el que detalla aquella situación surrealista:
"Fui para el Hotel, y entré en la habitación de João, encontrándome la siguiente escena: João sentado en la cama con las piernas cruzadas, tocando el violão (guitarra) con el pijama puesto, y el empleado de la Embajada do Brasil, vestido de etiqueta, sin la chaqueta puesta, con aquellos tirantes, planchando la ropa de João".

Sin duda, ésta escena refleja el poder persuasivo de João, un notorio seductor. Y también puede ser vista, como metáfora de la proyección que la Música Popular Brasileña (MPB) tendría a partir de la Bossa Nova. De su creciente importancia para la imagen de un Brasil moderno, aquí y en el exterior.
En muchos aspectos, la ruptura de la regla por João Gilberto, coincide con la evolución de la música brasileña.
Tal vez el marco inicial sea el año de 1957', cuando el joven bahiano de Juazeiro, volvió a Rio de Janeiro después de una larga ausencia.
João había venido a vivir a Rio por primera vez en 1950', a los 19 años. Ilusionado con el sueño de ser cantante, dejó Salvador para venir a la entonces capital federal e integrarse en el Grupo vocal, "Os Garotos da Lua".

En aquella época, Rio tenía los principales Estudios y Emisoras de Radio del país. Era el gran centro de producción, difusión y distribución de la Música Popular do Brasil. La ciudad donde se reunían los mejores músicos y cantantes.
João aceptó el desafío, pero no le salió bien. A pesar de haber cantado en vários conjuntos vocales y de haber grabado como solista un disco de 78 rpm., no consiguió progresar en su carrera musical.
Los continuos atrasos, las ausencias injustificadas, las competencias desleales, la gran falta de compromiso y de disciplina, fueron las causas principales de aquel mal inicio en su relación con el medio.
Parecía que no estaba en absoluto preparado para la presión del mercado musical, muy competitivo y con fuerte exigencia de profesionalidad.

Después de 5 años en la capital, pasó por grandes dificultades.
João se embarcó en su particular "infierno personal", descrito por el periodista Ruy Castro, del modo siguiente: "En el comienzo del año de 1955', João Gilberto había llegado literalmente al "fondo del pozo" en Rio. Estaba sin dinero, sin trabajo y casi sin amigos. Con el orgullo perdido, su autoestima descendió a cero.
Deambulaba por la noche cerca de las "boites" de Copacabana, pero no entraba en ninguna. Se quedaba por allí, sentado en la acera, en silencio. Su aspecto físico casi miserable, no le ayudaba mucho.
Tenía el cabello descuidado y largo hasta los hombros, barba de vários días. Vestía ropa sencilla y arrugada, como si hubiera estado durmiendo con ella puesta una semana.
Más de una vez, fue visto hablando solo, sentado en los bancos de enfrente de la Biblioteca Nacional en el Centro, o en la Avda. Atlântica de Copacabana".




Incentivado y ayudado económicamente por su íntimo amigo Mário Telles, João dejó la capital.
Se dirigió primero para Portalegre, después pasó por Diamantina, Juazeiro y Salvador. Estuvo casi 2 años apartado de Rio de Janeiro.
A pesar de haber recorrido durante todo este tiempo várias ciudades, se puede decir que este viaje, fue sobre todo, un viaje hacia su interior.

Al volver a Rio, João venía decidido a rehacer su historia.
"Quería recuperarme de mis fracasos. Ahora estoy apto para luchar de igual a igual con mucha gente. Mi sufrimiento personal, me había dado la aptitud y la experiencia suficiente para llevar a cabo mi objetivo", dijo João Gilberto, en una de sus raras entrevistas.

Junto con la experiencia del sufrimiento, João traía en su equipaje otro triunfo decisivo para su victoria en la capital, las bases de un nuevo estilo musical, un estilo que cambiaría para siempre, la forma de lo que se consideraba "la canción" en Brasil.
La vuelta del cantante de sólo 26 años, fue apreciada inmediatamente por los jóvenes y los músicos que exploraban nuevas áreas musicales.
Roberto Menescal, era uno de ellos.

Menescal cuenta otra historia relacionada con João:
Mis padres decidieron dar una fiesta en mi casa, una gran fiesta.
Recuerdo que todo el mundo estaba muy arreglado, bien vestido.
Yo de traje y corbata, estaba en la puerta, recibiendo a los invitados, y de repente, llegó un joven, y pensé: "Por la pinta que tiene, viene a traer algún regalo."
Al ver que no tenía nada en las manos, le pregunté que quería, a lo que me contestó:
- (JG) Tienes un violão (guitarra)...?
- (RM) Sí yo tengo uno, pero no te estoy entendiendo, que es lo quieres...?
- (JG) Yo quería tocar un poco, no tienes un violão por aquí...?
- (RM) Abrí la puerta del salón, para que él viera el ambiente social, argumentándole que aquella fiesta, era del todo incompatible con su extraña petición.
- (JG) Entonces, no hay un rincón dónde podamos tocar un poco el violão...?
- (RM) Aquella insistencia me dejó intrigado, y llevé a aquel joven desconocido a través del largo pasillo hasta mi cuarto. Entramos, el violão estaba encima de la cama.
- (JG) Qué bien, nos podemos quedar aquí...?
- (RM) Sí, podemos. De dónde vienes...?
- (JG) No, es que sólo quería enseñarte una cosa.
- (RM) Y ahí empezó él a tocar, con el "Bim-Bóm, Bim-Bóm"..., tú eres João Gilberto...?
- (JG) Sí yo soy. Cómo lo sabes...?
- (RM) Después de unos instantes tocando, me dijo que nos fuéramos de allí, que saliéramos a la calle. A pesar de que yo tenía la obligación de estar en aquel evento familiar, me cambié rápidamente de ropa y salimos.
Llevé a João a casa de Nara Leão, a casa de unas amigas en la Urca, etc. Aquella noche, hicimos todo un circuito que duró hasta las 4 de la madrugada.
Volvimos desde la Urca caminando, hablando como dos amigos, comentando cómo habían sido las cosas en el pasado, etc.
Aquel día, yo tenía la necesidad de mostrar aquella música nueva a todo el mundo.

En realidad, no hay muchas cosas que contar de aquel que se pasa todo el tiempo en casa, vestido con pijama, entre un acorde y otro de violão.
Los casi 2 años que João Gilberto pasó lejos de Rio de Janeiro, entre 1955' y 1957', permanecen como uno de los períodos más misteriosos y decisivos de nuestra Historia Cultural. Período insondable, pero crucial para la comprensión de su proyecto artístico.
La creación de su estilo propio, personal e intransferible, no es fruto de una carencia de medios, o una simple casualidad del destino. Es el resultado de una construcción meticulosa, profundamente reflexionada y finamente trabajada.
Construcción que se debe en buena parte, como las pruebas indican, a los 8 meses que pasó en casa de su hermana Dadainha en Diamantina, Minas Gerais (MG). Fue allí que João llegó, después de pasar una corta temporada en Portalegre.
João tocaba el violão desde los 14 años, pero fue sólo a partir de allí, a partir de este momento crucial, que comenzó a dedicarse íntegramente al instrumento.


Casa de Dadainha | Diamantina | Minas Gerais (MG) 


Cuarto de baño de la casa de Dadainha | Diamantina | Minas Gerais (MG) 


Se cuenta, que mientras la ciudad entera en la calle, celebraba la elección de Juscelino Kubitschek, como nuevo Presidente de Brasil, João Gilberto encerrado en el cuarto de baño de la casa, persistía en su monástica soledad creativa. Esta actitud de recogimiento que ha marcado al artista hasta hoy, forma parte visceralmente de su música.
Su proyecto artístico de búsqueda constante de la perfección, es incompatible con la multitud, con su ruidosa e impersonal presencia.
Estamos hablando de la creación de un ambiente sonoro, en el cual se preserva por encima de todo, el halo afectivo de la intimidad.

João, íntimo y personalista, considera a cada amigo por un apodo único, que sólo a él le pertenece. Caetano es "Caetas", Jack Macalé es "Macao", Ronaldo Bôscoli era "Jonga", Roberto Menescal es simplemente "Barquinho".

Fue en el pequeño espacio del cuarto de baño de la casa de su hermana en Diamantina, donde él construyó paso a paso su delicada música de interior.

Si João canta bajo, con poco volumen, no es porque él no consiga cantar de otra forma, sino por el hecho de tener una dicción propia, un estilo singular. La intensa búsqueda del lenguaje dentro de la canción, le llevó progresivamente hasta ahí.
Su interpretación es tan bien realizada, que su estilo de canto puede hasta parecer fácil y sencillo, pero en realidad, esconde una larga elaboración, como explica el preparador vocal Filipe Abreu: "Empezaría diciendo que el canto de João, es un canto naturalista, cuyo parámetro se aproxima al del habla. Y eso sucede por la utilización de una tesitura con muy pocos agudos, con la articulación y la enunciación del texto de modo muy parecido a como se habla normalmente.
El naturalismo exige una gran elaboración hasta llegar a dominarlo. Y ciertamente JG recorrió con virtud, ese camino de elaboración."

La vuelta a este estilo más naturalista, hace que João fuese desde el inicio, comparado con algunos cantantes de la década de 1930', entre ellos Mário Reis.
Mário Reis, el "dandy" de elegante cabello engominado, pariente de los dueños de la fábrica de tejidos de Bangu. Con aquel que subía hasta el "Morro" para aprender Sambas y tener clases de violão con el "malandro" Sinhô.
Mário, fue uno de los primeros cantantes brasileños que sacó partido del progreso tecnológico de los micrófonos y del creciente desarrollo de los nuevos medios de grabación.
Su equivalente femenino era Carmen Miranda.
Los dos cantaban con poco volumen, articulando sílaba por sílaba, con precisión milimétrica. La nitidez en la dicción y la acentuación marcada en cada nota, hacían que a pesar de las pocas condiciones técnicas de aquella época, las letras fueran fácilmente comprendidas, al mismo tiempo que se respetaba el diseño limpio de la melodía. Todo esto, daba a las interpretaciones de Mário y Carmen, una cualidad alegre, efervescente, ligera, con carácter ameno, cotidiano, y sobre todo, anti-dramático.
Cuando interpretaran canciones de más contenido emocional, como era el caso de Mário Reis con las composiciones de Noel Rosa, el cantante imprimía en ellas, un tono despreocupado, de aceptación resignada con las amarguras de la vida y del amor.
Mário Reis y Carmen Miranda, fueron los padres del estilo naturalista del canto popular. Un estilo que sería apartado y hasta olvidado, cuando el samba-canção pasó a dominar la programación de las Radios a mediados de los años 1940'.

Por todo lo argumentado anteriormente, se podría pensar que fueron ellos la principal influencia musical de João Gilberto. Y no lo son en absoluto.
Ruy Castro comenta la genealogía del canto popular y su relación con el propio desarrollo tecnológico: "Fue importante cuando se dijo que las verdaderas y principales influencias de João Gilberto eran Orlando Silva y Mário Reis, añadiendo a este argumento con la mayor simplicidad, que Mário Reis ya hacía esto y aquello en la época.
Y en realidad Mário Réis, hacía lo que muchos hacían en aquellos tiempos, que era cantar con su voz. Desde que inventaron el micrófono en 1926/1927, aquella nueva grabación eléctrica, las propias empresas que fabricaban los micrófonos, como la RCA Victor, eran también las que fabricaban los altavoces, y los discos. Éstas grabadoras eran las auténticas dueñas de la industria. Y por lo tanto, éstas empresas, tenían mucho interés en mostrar al gran público, como podía sonar un cantante sin voz, con el slogan de que "con mis micrófonos, cualquiera puede cantar", etc.
Entonces, de la misma forma que apareció Mário Reis en Brasil, aparecieron decenas de Mário Reis en el resto del mundo cantando bajito para potenciar el producto micrófono. Otra cosa es hablar del estilo ("bossa") que Mário Reis y Carmen Miranda imprimieron en su música. Eso es otra discusión...!

Mário Reis y Carmen Miranda cantando a bajo volumen, rompieron con la predominancia del estilo romántico que hasta entonces predominaba. Aquel era el viejo estilo de los cantantes de la voz llena, del dó de pecho, de la voz impostada, de la lágrima en la voz. Un estilo oriundo de aquello que el crítico Augusto de Campos definiría como "El desvirtuado Bel Canto".

      
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 Reforzando si cabe todo este pormenorizado estudio, añado dos opiniones de artistas,  que ya sea por su trayectoria musical y/o proximidad con el músico, vivieron en primera persona, el mito de João Gilberto:

Chico Buarque de Hollanda: Para mí, es un misterio, un verdadero misterio...!
Yo creo que él está impregnado en toda esa música. João no interpreta, el crea todo el tiempo, él está rehaciendo siempre, modificando cada nota, cada melodía.
El puede cantar Desafinado, una música inédita, o cantar uno de esos Sambas que ya nadie recuerda, que hasta parece que sólo él recuerda, que él guardó en la memoria, no sé de donde, tal vez de Juazeiro.
Son Sambas antiguos que casi se perdieron, y él parece que captó aquello de un modo personal. João tiene un oído diferente, escucha las músicas de una manera nueva.
Cuando el presenta una música, ya es otra cosa, ya no tiene nada de tradicional, es ultramoderna...!




Miucha: Lo que João hace realmente, es una grande relación de amor con la música. Creo inclusive, que se produce una especie de fusión espiritual entre ellos. Una unión sentimental entre aquella canción, normalmente antigua y João.
Él no olvida nada, se acuerda de todo, y coge aquella canción como si fuera la primera vez, y acaba dándole un resultado tan diferente, que el que la está escuchando, piensa que también la está escuchando por la primera vez. Es increíble...!
El trabajo de João es todo encima de la armonía y del ritmo, y ya sucedió muchas veces, que João pasó un día entero trabajando la misma canción, de noche irse a dormir, y levantarse con un acorde en la cabeza, y decirme: "Mira, cómo ha quedado ahora."
Todo ese proceso, no termina en ese día, esto ha veces dura semanas y hasta 6 meses. Yo tengo la impresión, que hasta agotar todas las infinitas posibilidades armónicas y rítmicas de la canción, João no se conforma.