28 febrero 2013

El día en que fuí el mayordomo de JOÃO GILBERTO | 07.12.1992


Después de más de 30 años de silencio, Plínio Fraga, periodista por entonces del periódico "A Folha de São Paulo", revela con todo lujo de detalles, cómo consiguió ser por una noche, el mayordomo personal de João Gilberto.
La historia tiene lugar en el Theatro Municipal de Rio de Janeiro (RJ) y nos traslada directamente al 07 de Diciembre de 1992, durante el esperado y mítico encuentro de Antônio Carlos Jobim y João Gilberto

El periodista empieza su crónica así:
Era el año 1992. Hacía casi exactamente 30 años que ellos no tocaban juntos.
El último show con ellos dos en el escenario, tuvo lugar el 02.08.1962, en la boate "Ao Bon Gourmet" en Copacabana, al lado de Vinícius de Moraes, el batería Milton Banana y el conjunto vocal de Os Cariocas.
Aquel espectáculo fue bautizado con el título de "Um Encontro com".

La gran repercusión del anuncio, anticipando la presentación de Antônio Carlos Jobim & João Gilberto de nuevo juntos en el escenario del Theatro Municipal de Rio de Janeiro, certificaba con toda seguridad, lo que posteriormente sería el acontecimiento cultural del año y de la década.
Todo el mundo mediático, movía sus piezas e influencias para vivir en directo lo que sería una noche histórica en la Música do Brasil.
Preguntados en entrevistas, diversos amigos de los dos músicos, daban versiones diferentes sobre cuantos años hacía que ellos dos no se hablaban. Unos decían que desde 1977, otros aseguraban que tuvieron un breve contacto telefónico en 1986..., etc.
De cualquier manera, la curiosidad y la expectación de cómo sería el nuevo encuentro personal de estos dos mitos de la música do Brasil, era grande, muy grande...!


07.12.1992 | João Gilberto & Tom Jobim


Uno de mis jefes de "A Folha de São Paulo", me llamó a su despacho y me dijo: "Vas a ser el mayordomo personal de João Gilberto en el espectáculo del Theatro Municipal del día 07"...!

Él había conseguido de manera no muy clara, garantizar a la Dirección del Theatro Municipal que yo era el original e imprescindible mayordomo personal que siempre acompañaba a JG en todas sus presentaciones.
Por otra parte, y a doble banda, se encargó también de convencer a los asesores del músico, que yo era el mejor camarero-mayordomo de todo el equipo del Theatro.
Además de este logro milagroso, consiguió además infiltrar al periodista Fernando Molica, en el papel de asesor de uno de los Empresários del Show. Increíble la trama.
Por último, mi jefe fue claro, y nos dijo tajantemente a los dos: "En ningún momento, en ningún texto de los que posteriormente publicaríamos sobre el espectáculo, podríamos revelar la forma y/o el modo por el cual tendríamos acceso a informaciones y momentos privados de los dos artistas, que por supuesto, desconocerían en todo momento que los dos éramos periodistas.

Eran las 18:30h del 05 de Diciembre de 1992, y mi compañero Fernando Molica se encontraba en el Hotel Caesar Park de Ipanema, para asistir a uno de los dos ensayos que los artistas acordaron previamente con el objetivo de estructurar el espectáculo.
El esperado encuentro personal no fue nada parecido a aquello de "abraços e carinhos sem ter fim..."
Tibias sonrisas, apretón de manos y un frío "Oi Tom", describe perfectamente el momento del reencuentro de
João Gilberto y Tom Jobim después de tantos años.

El lunes siguiente, fecha del concierto, es mi entrada en escena...
Llego al Theatro Municipal a las 17:00h, identificándome en portería: Alcides, mayordomo personal de João Gilberto.
Me dan la llave del camerino, y me preguntan si estoy de acuerdo con la relación y calidad de los alimentos y bebidas: Champagne Veuve Clicquot, quesos, panes, frutas, agua mineral São Lourenço, café con leche.



Vi a Tom Jobim llegar sobre las 19:00h, mientras yo esperaba en el camerino de João. Simpático, Jobim me sonrió y entró en la puerta de al lado.
Entró acompañado de su mujer Anna Jobim, que mandaba en todo y a todos.
Una mujer implacable con el horário, con los músicos, con la marca del whisky y hasta con la cantidad de cubitos de hielo que deberían ir en el vaso de Tom.
Una hora después, llega João Gilberto, transportando su propio violão (guitarra).
Llega acompañado de su empresário Gil Lopes.
Me saluda rápidamente y le pregunto si quiere algo en especial. Pide sólo un vaso de agua. En seguida, se dirige al camerino de Tom Jobim.
Tom está sentado en el piano del camerino, con un vaso de whisky Logan al lado de las teclas y cerca de su sombrero Panamá.
Saluda a su amigo: "Oi João". Oi Tonzinho", contesta cariñosamente João.





No conversan mucho. Los dos se dirigen directamente al escenario del Theatro para la prueba de sonido.
João se sube a una especie de estructura principal central que tiene una alfombra persa sobre el suelo.
El nivel físico de esta plataforma, es un poco más alto que el resto del escenario, donde se encuentra el piano de Tom Jobim.

João se sienta en su "banquinho", descansando los pies en un pedazo de madera de un palmo de altura. Empieza a tocar lentamente, cantando vários trozos de canciones sin acabar ninguna.
De pronto, se para en seco, y dice por el micrófono: "El violão está opaco".
Sentado en el piano, Tom permanece mirando a João en silencio.

Los técnicos corren desesperados de un lado para otro.
Después de várias tentativas no consiguen mejorar el sonido según el deseo de João.
El ingeniero jefe, le dice que hay que atrasar el espectáculo una media hora para poder solucionar definitivamente el problema.
João, en silencio, vuelve al camerino. Me pide un café con leche. Se sienta en el sofá abrazando su violão.

El empresário Gil Lopes coge unas hojas de cartulina y un rotulador "Pilot" azul.
Una a una, vá repasando las canciones que están previstas tocar en el espectáculo: "Sem Compromisso" de Geraldo Pereira y Nelson Trigueiro, "Pra Machucar meu Coração", "Morena Boca de Ouro", "Isto aqui o que é" de Ary Barroso, "Segredo" y "Ave María no Morro" de Herivelto Martins.
Lopes va anotando cuidadosamente el título de las canciones e intercambiando sugerencias con João sobre el orden de las mismas.
El ajuste del sonido en conjunto dura una hora aproximadamente.
A las 21:30h, João vuelve al escenario, esta vez en solitario.
Cómo si se tratase de una secuencia cromática, empieza de nuevo a tocar lenta e intimamente, cantando vários trozos de canciones con registros diferentes, sin acabar ninguna.

Le gusta lo que escucha en su retorno y dice: "Ahora sí, ahora sí"...!
Antes, la frecuencia estaba muy alta." (alivio general del equipo técnico, que temieron en todo momento que el artista desistiese de actuar por razones técnicas en la calidad del sonido).
De vuelta al camerino, João continúa repasando las canciones que tocará sólo un poco después.

Tocan a la puerta. Me levanto para atender, pero antes de llegar, una voz femenina del otro lado se identifica: "João, soy Astrud"...
Cómo empujado por un resorte automático oculto, João se levanta del sofá y corre hacia el cuarto de baño, encerrándose por dentro...
La cantante Astrud Gilberto, había estado casada con João entre 1960 y 1964.


Me encuentro desorientado, sin saber lo que hacer...
Miro para Gil Lopes, como pidiendo socorro...!
Lopes decide abrir la puerta.
Astrud entra en el camerino, preguntando por João.
Lopes inclina la cabeza en dirección al baño.
Ella toca en la puerta diciendo: "Abre João, soy yo"...
Todos nos quedamos en silencio por algunos segundos...
Ella insiste: "João, abre..., soy yo, Astrud"...! Lo que tienes ahí, ya lo he visto...!
Algunos segundos después, el cerrojo interno de la puerta, se abre.

Yo esperaba que João saliese, pero ocurrió exactamente lo contrario, Astrud entró en el cuarto de baño.
La puerta se cerró con el pestillo interior de nuevo.
No consigo escuchar la conversación que mantienen los dos. Ambos permanecen dentro por espacio de vários minutos...
Para suavizar un poco esta situación surrealista, Gil Lopes se aproxima a la bandeja de quesos, y coge uno. Y en una inversión de papeles, me ofrece otro. Se lo agradezco.
La puerta del baño se abre. Astrud sale, se despide de Lopes y abandona el camerino.

João reaparece en escena, ajustándose la corbata.
Se dirige hacia el espejo para arreglarse el nudo.
Después, comienza a colocarse con esmero el cabello.
Se pasa la mano por la lengua para dominar más fácilmente aquellos cabellos más rebeldes. Intenta esconder en lo posible la calvicie.
"O cabelo não tem jeito. Ih, tá mar..." bromea João, con una frase popular que tenía sentido en la época. Itamar Franco era por entonces el Presidente de la República.


Alguien de la producción se aproxima.
Ya puedo salir...? pregunta João Gilberto.
Sale del camerino y ve a Tom Jobim tocando el piano en su camerino, dirigiéndose dirige hacia él. "Que ansiedad" le dice a su amigo.

Se anuncia a João, que acompañado únicamente por su violão, entra en el escenario del Theatro Municipal.
Es ovacionado en pie por Chico Buarque, Edu Lobo, Caetano Veloso, y otros tantos artistas, además de los más de los 2.000 invitados por la cerveza Brahma, patrocinadora del espectáculo y del vídeo especial para la cadena de televisión Rede Globo, que grabaría en exclusiva el concierto, para emitirlo en abierto y para todo Brasil en aquel fin de año.

La inquietud, la duda y la inseguridad siempre rondó la producción. Todos temían que en algún momento, João Gilberto, desistiese y/o declinase su presentación, argumentando razones personales.
El presupuesto total estaba en torno de los R$ 5.000.000 (Reales brasileños).
En esta cantidad, estaba incluído el sofisticado sistema de aire acondicionado que la compañía Brahma decía haber importado de Finlandia.
Este sistema especial de refrigeración, estaba dotado de dos curiosas peculiaridades: Nivel mínimo de ruído y la capacidad de poder resfriar a todo el palco de butacas, sin influir en la temperatura climatizada del escenario.

João comienza a cantar. El volumen de sonido del violão está muy bajo.
Son pocos los que consiguen escucharlo bien.
Cuando João canta "Eu sambo mesmo" de Janet de Almeida, el cineasta y periodista Arnaldo Jabor, sentado en uno de los palcos del Theatro, interrumpe a gritos: "Aumenta el volumen, no estoy escuchando nada...!."

Todo el mundo, nervioso, se agita en su asiento, con la casi total seguridad, que João Gilberto, molesto con el sonido y los comentários del público, se levante en cualquier momento y acabe su actuación...
Pero, concentrado en sí mismo, el artista, lleva el Samba hasta el final. Muy buena noticia...!
Tres canciones después, una explosión acústica, interrumpe la secuencia musical de João Gilberto de nuevo.
El músico, sonriendo irónicamente, pide aplausos para los técnicos de sonido...
Entre bastidores, es clima es de tensión e impaciencia.

Esperando el momento de entrar en el escenario, Tom Jobim por su parte, anda de un lado para otro, lentamente, para no hacer ruido.
Un técnico de sonido, ya aterrorizado por los problemas acústicos con João, sale corriendo para buscar un cable, pasa al lado de Tom Jobim, y sin querer, tropieza con una torre de luz de alumínio que está en el fondo del decorado. Parte de la torre cae, y el estruendo, no sólo es oído por João Gilberto, sino también por todo el Theatro Municipal.
En la hora de la estridencia sonora, João cantaba "Sem Compromiso" de Geraldo Pereira y Nelson Trigueiro. Él finge que no ha escuchado nada y sigue adelante para alivio de todos una vez más.

Termina la primera parte del espectáculo, y bajo una lluvia de frenéticos aplausos, João Gilberto abandona el escenario después de cantar 17 canciones.
João llega a los bastidores sonriendo y abraza a Tom. Le dice con gran optimismo: "Vamos Tom. Es nuestro momento. Va a ser espectacular. Vamos a impresionar...!".

Entran juntos en el escenario. El Theatro al completo los recibe con un largo y gran aplauso y en pie.


Última vez que tocaron juntos TOM JOBIM & JOÃO GILBERTO


Los dos creadores de la Bossa Nova, tocan algunas de las canciones, que los han elevado a la categoría de auténticos mitos de la Música do Brasil y Mundial.

Chega de Saudade | Canal YouTube BOSSA NOVA CLUBE


Desafinado | Canal YouTube BOSSA NOVA CLUBE


Corcovado | Canal YouTube BOSSA NOVA CLUBE

Garôta de Ipanema | Canal YouTube BOSSA NOVA CLUBE


Después de casi 2 horas entre su presentación en solitario y junto a Tom, João Gilberto abandona el escenario dejando el protagonismo a Tom Jobim con su Nova Banda.
João camina rápidamente hacia el camerino, seguido de cerca por el empresario Gil Lopes.
Lo primero que hace al entrar, es coger el estuche del violão para guardar cuidadosamente el mismo.
Con el violão ya dentro y cuando se disponía a cerrarlo, escucha a Tom nombrarlo, reclamando su vuelta al escenario.
Mira directamente para Lopes, que le estimula a volver a escena.
Deja el estuche encima del sofá, y se encamina para tocar junto a Tom una última canción.

Una vez terminado el "bis", João sale y camina deprisa otra vez hacia el camerino. Guarda otra vez con mucho cariño su violão, y esta vez consigue cerrar el gastado estuche rígido.
Con la misma prisa, se encamina directamente hacia una puerta situada en el fondo del Theatro Municipal, donde un coche con el motor arrancado y la puerta trasera abierta le espera.
No habló y tampoco se despidió de nadie, ni siquiera de Tom Jobim.

Para terminar esta editorial, sólo apuntar algunos detalles y/o pormenores que el periodista Plínio Fraga cuenta sobre cómo realizó su reportaje de investigación:
Las grabadoras pequeñas de esa época, eran del tamaño de una K-7. Aparatos demasiado grandes para la ocasión. No había la posibilidad de llevar una escondida.
Por esta razón, decidí que la mejor manera para memorizar las diversas situaciones de las que sería testigo privilegiado, sería ir anotando parcialmente las ideas principales en una pequeña libreta que llevaría en uno de los bolsillos del pantalón.

Por la proximidad a los personajes, lógicamente no pude escribir dichas impresiones en el momento. Tampoco frente a otras personas. Escribía cuando me encontraba sólo.
Durante el espectáculo, me fue más fácil, porque me situé estrategicamente en un pasillo lateral a oscuras, donde nadie me veía..."

Los peores momentos, sin duda, fueron en el camerino.
Estábamos siempre João Gilberto, su empresario y yo.
Los dos sentados en el sofá y yo de pie".

Cuando ambos se fueron a la prueba de sonido, aproveché para escribir rápidamente todo lo pude, de una vez.
Escribía fascinado, escuchando a João Gilberto tocar en el escenario.
Confieso que la experiencia fue en todo momento muy emocionante, apasionante.
Pero sin duda, lo mejor de toda esta vivencia personal, fue ver a João Gilberto tocar cerca, tan cerca...!